Es
realmente alarmante cómo está aumentando la prevalencia de obesidad
infantil a nivel mundial. Según estudios realizados, 1 de cada 10 niños
presenta sobrepeso, es decir, el porcentaje de obesidad sigue en
aumento.
Si bien es cierto que existen factores de riesgos asociados con la
obesidad infantil como son: la desnutrición fetal, la situación
socioeconómica y el nivel educacional, también es cierto que en las
últimas décadas este aumento se asocia a la disminución del gasto
calórico. En pocas palabras, el sedentarismo está jugando un papel
importante en el desarrollo de la obesidad. Otro factor ambiental
relevante es la composición de la dieta, ya que muchas veces las
calorías que se ingieren aportan grandes cantidades de grasas trans y de
azúcares simples lo cual en combinación con la falta de actividad
física, promueve el aumento del peso corporal.
Cuando
hablamos de obesidad infantil estamos hablando de un aumento
considerable de la masa grasa que puede afectar de forma adversa la
salud. En la definición de la misma se hace énfasis en el riesgo que
este aumento representa para la salud, ya que cada vez más incide en el
incremento de enfermedades crónicas no transmisibles enfermedades
cardiacas, diabetes mellitus, etc. en la edad adulta.
¿Qué se puede hacer frente a esta situación?
Primero, prevenir, tratar de que no se llegue a un diagnóstico de
obesidad. Antes de llegar al mismo, se pasa por diferentes etapas y es
aquí cuando se debe actuar. Si ya el niño a presenta obesidad, es
necesario tomar cartas en el asunto. Es recomendable buscar
la ayuda de un profesional que pueda orientarlos. Lo primero es
promover cambios en el estilo de vida, integrar la actividad física en
el día a día, disminuir el tiempo que los chicos pasan frente al
televisor o frente al computador y estimularlos a que practiquen algún
deporte o alguna actividad que requiera que de forma directa o indirecta
se ejerciten.
El
otro pilar que se debe atacar es la alimentación. No es necesario que
se tomen medidas extremas. Podemos efectuar cambios sencillos pero
saludables dentro de la dieta diaria. Por ejemplo, mejorar la forma en
que se cocinan los alimentos, introducir las frutas y las verduras en el
menú diario, prepararles meriendas nutritivas, disminuir los dulces,
harinas y gaseosas. Es esencial que los padres eduquen a los hijos sobre
la importancia de tener una alimentación saludable y una rutina menos
sedentaria. A los chicos se les hace más fácil seguir estas pautas
cuando ven que sus padres también se alimentan de forma nutritiva.