jueves, 14 de agosto de 2014

POR QUÉ NO ES RECOMENDABLE DISCUTIR FRENTE A LOS NIÑOS


Los niños son sumamente receptivos con todo lo que los rodea, especialmente en el ambiente familiar. Esto los hace sumamente sensibles a las emociones que muestran sus padres en su presencia y cualquier cosa que ocurra siempre los afecta.

Las discusiones pueden generar crisis en la personalidad de los niños, porque en este período están formando su carácter. Si las peleas son constantes, pueden formar una personalidad agresiva, e incluso influir en el proceso de autonomía, haciéndolos más dependientes.

Algunos también tienden a aferrarse a otras cosas, como objetos materiales o amigos. Buscan fuera de la familia o que no encuentran en ella. Además puede generarles ansiedad, o incluso retraerse en las actividades familiares.

Algunos papás llevan a los niños al psicólogo cuando ven estas conductas, pero no se dan cuenta que en realidad no es problema de los hijos. Los padres deben resolver los conflictos, donde ambas partes deben ceder para llegar a un punto medio. Esto no solo muestra madurez, sino también amor de pareja y por la familia.

Lo más importante es saber que discutir no significa gritar ni agredir, significa una exposición de ideas y llegar a un acuerdo. Un estudio publicado en el Journal of Child Psychiatry dice que si los niños ven estas situaciones puede ayudarles a forjar una personalidad más conciliadora, menos agresiva, y que los ayude a resolver diferentes problemáticas a futuro.

CÓMO DISMINUIR LAS PELEAS CON LOS NIÑOS


Los niños pasan por etapas en que están más irritantes o contestadores, lo que es esperable dentro de su desarrollo. No obstante, si se pelea más de tres veces al día con ellos, podría deberse al tipo de comunicación e interacción que se tiene: muchas veces los padres llegan estresados a la casa, fomentando la agresividad en los niños.

Algunas recomendaciones para instaurar un ambiente estable y de cooperación en la casa, evitando las peleas son:


  • No corregirlos constantemente por cosas innecesarias ni destacar las cosas que hacen mal. Por el contrario, se les debe dar una retroalimentación positiva según sus avances y logros
  • Hacer con ellos algo que les gusta por lo menos una vez al día, pasar tiempo de calidad es importante
  • Aunque a veces sea más lento que los niños realicen algunas tareas es importante permitírselos, de esta manera se sentirán más seguros de sus habilidades
  • Hay que permitirles resolver solos sus conflictos con amigos o hermanos, estando atento si es necesario intervenir y explicarles lo sucedido
  • Cuando los niños están muy enojados es importante mantener la calma, porque lo peor es la lucha de poder. Se debe generar una conversación diciendo, por ejemplo, “hijo, no es correcto que patees tu juguete”
  • No gritar ni perder el control ante ellos, porque más adelante repetirán esta conducta cuando ellos se sientan desbordados
  • Enseñarles efecto de causa-consecuencia, diciéndoles por ejemplo “hijo, si botas la comida al suelo yo tendré que limpiar”



¿Por qué es tan importante la comunicación para disminuir las peleas?

La comunicación es fundamental para lograr que los niños puedan expresarse. Esto puede ayudar a los papás a descubrir por qué están irritables, por qué pelean con sus hermanos, o simplemente por qué les gusta hacer lo contrario a lo que sus papás les piden.

Si existe un desacuerdo, los papás deben hablarlo con sus hijos. De acuerdo a expertos en familia de la Universidad de Winsconsin, en Estados Unidos, es probable que los niños vean los desacuerdos con los papás como algo negativo, que no los hace sentir bien sobre ellos mismos. Por eso, cuando los problemas se hablan, los menores son más propensos a tratar a sus hermanos y otras personas con ese mismo respeto.

Es bueno que los niños sepan que existen consecuencias cuando no hacen lo que deben. De acuerdo a lo que consigna la American Academy of Pediatrics, en Estados Unidos, este tipo de efectos hacen que los niños aprendan mejor por sí solos. Por ejemplo, si dos hermanos pelean por un juguete, y este se termina rompiendo, esta consecuencia natural es lo que facilita su educación.

CÓMO EVITAR GRITARLE A LOS NIÑOS

Generalmente los niños hacen pataletas o están más irritables porque durmieron mal, están cansados, no se sienten bien, o quieren hacer algo que no está permitido, entre otras causas. Los padres a veces pierden el control frente a esta situación, pero hay que mantener la calma antes de actuar.

Cuando los niños no hacen caso, los padres o cuidadores deben evitar gritarles, pues el grito no ayuda a resolver los problemas de comportamiento, por el contrario, eleva el nivel de agresividad en el ambiente, alterando aún más la situación.

Frente a las pataletas o problemas de conducta lo primero que se recomienda es respirar y calmarse, restaurando la calma en el hogar. Luego, acercarse al niño y explicarle tranquilamente que se va a contar hasta tres para que se tranquilice, y que si no lo hace, no podrá ver televisión, ir a la plaza o alguna actividad que a él le guste. Si se opta por esta opción, lo importante es ser consistente, así los niños comprenden que sus actos tienen consecuencias y comenzarán a respetar las instrucciones.

Otra opción para calmar las rabietas de los niños es invitarlos a realizar una entretenida actividad: por ejemplo, decirles que vayan a pintar o jugar con plasticina y poner música suave de fondo, así olvidarán su enojo. Cuando ya están tranquilos, es importante dialogar y explicarles que las pataletas no son un modo adecuado para comunicarse.

Uno de los mecanismos más utilizados por los niños para aprender es la imitación, por lo que si ven que sus padres o cuidadores pierden el control frente a sus rabietas, no dudarán en imitarlos cuando estén molestos o enojados: de ahí la importancia de no gritarles y privilegiar el diálogo ante estas situaciones.

CÓMO FORTALECER LA FIGURA DE AUTORIDAD EN LOS NIÑOS DE MANERA POSITIVA

La figura de autoridad en los niños es importante, pues ayuda a los adultos a establecer límites, además de ayudarles a discernir lo que está bien o mal, de acuerdo a los valores que los papás entreguen dentro de su familia. Esta no debe relacionarse con imagen de tiranía, que no genere relación con los niños, pues no tendrá los efectos positivos que buscan los padres.

Muchas veces los papás no saben qué hacer frente a las actitudes que pueden tener los niños, y luego sienten que han perdido el control sobre el comportamiento de sus hijos. Establecer una figura de autoridad positiva no significa dejarlos hacer lo que ellos quieran, dejar de educarlos o no establecer límites.

Es lógico entonces que a los papás se les haga difícil encontrar otras herramientas más allá de la violencia (gritarles o darles un zamarrón a los menores) para hacerles entender lo que ellos quieren, especialmente porque también es difícil para los niños, y tienen dificultades todavía para entender del mismo modo en que lo hacen los adultos, y porque a ellos tampoco les han enseñado a ser padres.

¿Qué merma la figura de autoridad?

  • Ceder después de decir no. Si los papás ya tomaron una decisión respecto a algo, no se puede cambiar de opinión al respecto. El niño se dará cuenta de que puede manipular para conseguir lo que quiera, y eso poco a poco va minando la capacidad de ser visto como una figura de autoridad. Lo mejor es aprender a negociar con los más pequeños, darles el permiso para hacer algo determinado, pero por un tiempo restringido, por ejemplo. No cumplir las promesas también cae dentro de esta categoría. Un niño no actuará cuando sus papás le digan algo si ellos mismos no son capaces de cumplir con lo que dicen
  • Autoritarismo. Ser una figura de autoridad no es lo mismo que ser una figura autoritaria. Esto significa que los papás intentan que el niño haga todo lo que ellos quieran, y terminan anulando la personalidad del menor, lo que tampoco es bueno. Se debe encontrar un equilibrio entre dar permiso para hacer ciertas cosas, y saber decir que no en determinadas situaciones
  • Ser muy permisivos. Para el niño es difícil saber lo que está bien o está mal, por lo tanto, poco a poco los papás deben ir estableciendo límites a su comportamiento, para que vaya aprendiendo qué hacer y qué no. Cuando se le deja hacer lo que quiera no entiende que tiene restricciones, y cuando son más grandes es mucho más difícil ir controlándolos
  • Falta de coherencia. Las cosas que hacen los papás deben estar dentro de un margen de acción que sea fácil de entender para los niños. Cuando los papás carecen de coherencia es difícil hacerles caso, y por lo tanto la figura de autoridad pierde peso
  • Gritar. A veces es inevitable para los papás no perder el control, pero es fundamental mantener una actitud tranquila cuando el niño tiene un mal comportamiento, para que sepa que no es él quien está al mando de la situación. Además, gritar es una forma de abuso de poder, que en alguna u otra medida deteriora la personalidad del niño