lunes, 6 de febrero de 2012

Parábola del amigo importuno



Jesús nos presenta al amigo inoportuno como el prototipo de un hombre que sabe orar, que sabe hacer una oración perseverante, constante, entre otras cosas porque aplica unas virtudes que son necesarias para alcanzar los frutos de la oración. Me refiero a estas tres virtudes que os voy a explicar siguiendo esta parábola: la humildad, la confianza y la constancia.

La humildad: que viene reflejada en el mismo personaje del Evangelio, pues se trata de alguien que se reconoce necesitado. Necesita tres panes para cumplir con su deber como anfitrión de sus invitados, y lo va a pedir no a cualquier lugar, sino a un amigo. ¡Qué maravilla la que se respira en esta parábola del amigo inoportuno! Dios quiere que le coloquemos el primero, es decir, en el lugar que tiene que estar. Y nosotros reconociendo que necesitamos de Él. De tal modo descubrimos que a Dios le corresponde dar y a nosotros recibir, pero sabiendo que los hombres hemos de estar abiertos plenamente para pedir. Y ¿a quién pedir sino al amigo, a quien nos ha revelado que Dios es nuestro amigo? Jesús así nos lo ha manifestado, «vosotros sois mis amigos». Recordando a San Agustín, a Dios le gusta que le pidamos lo que Él mismo nos pide: «Pídeme lo que quieras, pero dame lo que me pides»

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